Si sales con regularidad a caminar al aire libre, estás haciendo algo bueno tanto para tu bienestar como para tu cerebro, según concluye una investigación del Instituto Max Planck y el Centro Médico de Hamburgo-Eppendorf.

Durante la pandemia de coronavirus, las caminatas se convirtieron en un pasatiempo habitual y popular, convirtiéndose en una necesidad para muchos tras pasar semanas de duro confinamiento. 

Un estudio neurocientífico publicado en The World Journal of Biological Psychiatry sugiere ahora que este sencillo y natural hábito tiene un efecto positivo no solo en nuestro bienestar general, sino también en nuestra estructura cerebral. El trabajo muestra que el cerebro humano se beneficia incluso de estancias cortas al aire libre. Hasta ahora, se suponía que permanecer en estos entornos exteriores nos afectaban solo durante períodos de tiempo más prolongados.

Los investigadores del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano y el Centro Médico de Hamburgo-Eppendorf examinaron regularmente a seis habitantes urbanos sanos de mediana edad durante seis meses. En total, se tomaron más de 280 exploraciones de sus cerebros utilizando imágenes de resonancia magnética (IRM). El enfoque del estudio se centró en el comportamiento auto informado durante las últimas 24 horas y, en particular, en las horas que los participantes pasaban al aire libre antes de la toma de imágenes. 

Además, se les preguntó sobre la ingesta de líquidos, el consumo de bebidas con cafeína, la cantidad de tiempo que pasan al aire libre y la actividad física, para comprobar si estos factores alteran la asociación entre el tiempo que pasan al aire libre y el efecto en el cerebro. Para poder incluir las diferencias estacionales, también se tuvo en cuenta la duración de los rayos solares en el período de estudio.

Hábito relacionado positivamente con la materia gris

Los escáneres cerebrales muestran que el tiempo que los participantes pasaron al aire libre se relacionó positivamente con la materia gris en la corteza dorso lateral-prefrontal derecha, que es la parte superior (dorsal) y lateral del lóbulo frontal en la corteza cerebral. Esta parte de la corteza está involucrada en la planificación y regulación de acciones, así como en lo que se conoce como control cognitivo. Además, se sabe que muchos trastornos psiquiátricos están asociados con una reducción de la materia gris en el área prefrontal del cerebro.

Los resultados persistieron incluso cuando los otros factores que también podrían explicar la relación entre el tiempo pasado al aire libre y la estructura cerebral se mantuvieron constantes. Los investigadores realizaron cálculos estadísticos para examinar la influencia de la duración de la luz solar, el número de horas de tiempo libre, la actividad física y la ingesta de líquidos en los resultados. Los cálculos revelaron que el tiempo pasado al aire libre tuvo un efecto positivo en el cerebro independientemente de los otros factores influyentes.

“Nuestros resultados muestran que nuestra estructura cerebral y nuestro estado de ánimo mejoran cuando pasamos tiempo al aire libre. Es muy probable que esto también afecte la concentración, la memoria de trabajo y la psique en su conjunto. Estamos investigando esto en un estudio en curso. A los sujetos también se les pide que resuelvan tareas cognitivamente desafiantes y usen numerosos sensores que miden la cantidad de luz a la que están expuestos durante el día, entre otros indicadores ambientales”, dijo Simone Kühn, directora del Grupo Lise Meitner de Neurociencia Ambiental en el Max. Planck Institute for Human Development y autora principal del estudio.

Particular importancia para el campo de la psiquiatría

Los resultados, por tanto, apoyan los efectos positivos previamente asumidos de caminar sobre la salud y los amplían con los efectos positivos concretos sobre el cerebro. Debido a que la mayoría de los trastornos psiquiátricos están asociados con déficits en la corteza prefrontal, esto es de particular importancia para el campo de la psiquiatría.

“Estos hallazgos brindan apoyo neurocientífico para el tratamiento de los trastornos mentales. Los médicos podrían prescribir un paseo al aire libre como parte de la terapia, similar a lo que es habitual para las curas de salud”, dijo Anna Mascherek, becaria posdoctoral en el Departamento de Psiquiatría y Psicoterapia del Centro Médico de Hamburgo-Eppendorf (UKE) y coautora del estudio.

En los estudios en curso, los investigadores también quieren comparar directamente los efectos de los entornos verdes frente a los espacios urbanos en el cerebro. Para comprender dónde exactamente los participantes del estudio pasan su tiempo al aire libre, los investigadores planean usar datos de GPS e incluir otros factores que pueden desempeñar un papel en los resultados, como el ruido del tráfico y la contaminación del aire.

Por Ericka

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