Tienen a decenas de empleados a su servicio, pero los miembros de la realeza no se libran de lo que representa el estrés en algunas ocasiones a la hora de preparar una maleta.
Las normas de protocolo de cada país y el enfrentamiento diario con los fotógrafos y los analistas de moda complican una operación enViaje Realeza1 principio sencilla, requiriéndose una preparación de varios meses de antelación para cada viaje. En plenas vacaciones de Semana Santa, repasamos algunas de las situaciones que la realeza tienen que tomar en cuenta a la hora de iniciar sus viajes oficiales.
Como por ejemplo, la preparación del equipaje de un miembro de la familia real -al menos de la británica- comienza con el triste pensamiento de que, ante todo, en la maleta no puede faltar ropa de luto. Según el diario The Independent, los Windsor, siempre llevan ropa negra en sus viajes al extranjero, en el caso de que algún miembro de la familia o alguna autoridad del país fallezca mientras están fuera. De esta manera, se aseguran que, a su regreso a Reino Unido, podrán aterrizar vestidos con un atuendo acorde al luto nacional.
En su viaje oficial a Kenia de 1952, Isabel II olvidó llevar uno en sus maletas, con la mala suerte de que su padre, el entonces rey Jorge VI, falleció antes de que ella regresara a Reino Unido, así que, tuvo que esperar en el avión de vuelta a que le trajeran un vestido negro para poder bajar  al fin de la nave.
En el caso concreto de Meghan Markle, tampoco falta nunca a bordo un desinfectante de manos. “No tengo fobia a los gérmenes, pero cuando me monto en un avión siempre uso un poco de crema desinfectante de manos o llevo un spray para limpiarlo todo: la pequeña tele, la bandeja y todos los botones del asiento”, escribió la duquesa de Sussex en su extinto blog sobre estilo de vida, The Tig.
En cuanto a la organización en sí de las maletas, se sabe que los miembros de la familia real británica dividen su equipaje con tres tipos de etiqueta en función del lugar al que irá destinado: una de color verde para aquellas maletas que irán al hotel; una azul para aquellas que se quiere que vayan dentro de la cabina de pasajeros del avión; y otra amarilla para el equipaje que se llevará a una residencia, por ejemplo a la del embajador británico del país que van a visitar. Cada etiqueta lleva además el nombre del miembro de la casa real británica en cuestión, tal y como hemos podido observar en algunas fotografías de sus viajes.
Especialmente peliagudas son las visitas a aquellos países donde, por protocolo, los miembros de la realeza tienen que adaptar sus atuendos a las costumbres de turno. Así por ejemplo, cuando en 1986 los príncipes de Gales visitaron el Golfo Pérsico, la princesa Diana tuvo que encargar un vestuario especial. “El recato debe ser en todo caso la norma, con mangas hasta el codo, discretos escotes y faldas por debajo de la rodilla o incluso más allá”, advirtió la dama de compañía de la princesa Diana a los modistos elegidos. Particularmente en Arabia Saudi, se necesitarían “mangas largas, cuellos altos y faldas cubriendo los tobillos, tanto para el día como la noche”. La pareja de diseñadores encargados del vestuario de la princesa Diana incluso le diseñaron un burka con lazo, aunque finalmente no llegaron a confeccionarlo nunca.

Por Ericka

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