Según estudios, recibir clases de baile semanales en pacientes con párkinson ayudan a retrasar la progresión de los síntomas motores de la enfermedad, además de mejorar el habla, el equilibrio, los temblores y la rigidez.

Son numerosos los beneficios demostrados del baile en la tercera edad, pues ayuda a mantenerse activo tanto física como mentalmente; además, un nuevo estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de York (Canadá) ha descubierto que ir a clases de baile cada semana puede ayudar a retrasar la progresión de los síntomas motores del párkinson.

La investigación, que se ha publicado en la revista Brain Sciences, no solo ha encontrado este beneficio en los pacientes con enfermedad de Parkinson, sino que también encontró que la danza es capaz de mejorar el habla, el equilibrio, los temblores, la cognición y la rigidez, además de reducir la ansiedad, la depresión y las alucinaciones.

Para llegar a estas conclusiones, los autores contaron con una muestra de 32 pacientes con párkinson de carácter leve o moderado; la mitad de ellos participaron en una clase de baile a la semana durante tres años y la otra mitad no. Tras ese tiempo, se analizó la progresión de los síntomas de la enfermedad en todo el grupo.

El baile puede mejorar la calidad de vida en pacientes de párkinson

Los resultados indicaron que durante los tres años de seguimiento, la tasa diaria de deterioro motor fue de cero en los bailarines, mientras que en los que no acudieron a este tipo de clases el deterioro fue el esperado y el común en pacientes con esta enfermedad.

El estudio también mostró que después de 1.000 días de entrenamiento de danza, los bailarines tuvieron una puntuación motora de 19,07, en comparación con una puntuación de 28,27 para los que no bailaron, según la escala unificada de la enfermedad de Parkinson de la Movement Disorder Society (MDS-UPDRS).

Dichos datos mostraron que el entrenamiento en danza ralentizará la tasa de progresión del deterioro motor de la enfermedad de Parkinson, medida por la MDS-UPDRS-III, en cerca de tres puntos anuales, en comparación con nuestros sujetos con enfermedad de Parkinson que no entrenaron”, explican los investigadores.

Este hallazgo podría ser crucial para mejorar la calidad de vida de los pacientes con párkinson, pues, aunque la enfermedad sea leve, también influye en el funcionamiento del día a día. Además, Joseph De Souza, investigador principal del estudio, advierte que si los síntomas motores se agudizan pueden hacer que las personas que los sufren se aíslen, con los riesgo físicos y psicológicos que esto conlleva.

Por Ericka

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