Uno de los lugares más bonitos para visitar por las tardes en estos días de vacaciones de Semana Santa, es el municipio de Ojojona, caminar por sus calles, visitar su iglesia y sus locales de ventas de colorida artesanía, así como saborear comida típica entre las más populares, pupusas, baleada, y elotes locos, es una gratificante forma de quitar el estrés.
El pintoresco municipio, se ubica a 32 kilómetros de la ciudad de Tegucigalpa, su infraestructura de siglos pasados con casas blancas de adobe y maderas finas intactas, y sus techos de teja nos remontan a otras épocas.
El arte se encuentra en Ojojona por todas partes, ya que el lugar cuenta con 36 edificios históricos, algunos de los cuales datan de la época colonial, para el caso la iglesia San Juan Bautista data de 1682, asimismo cuenta con más de 150 puestos de alfarería.
Cabe señalar que igual que varios municipios de Honduras Ojojona tiene un pasado minero, ya que posee minas ubicados en la aldea de Guazucaran de donde se extrajo oro y plata en los días de auge de esa industria.
En total Ojojona tiene una extensión territorial aproximada de 259 km², y está conformado por 10 aldeas y 133 caseríos, por lo tanto su territorio no se limita al casco histórico.
A lo largo y ancho del municipio, existen grutas, cascadas y abrigos rocosos aptos para el senderismo, por lo que los amantes de la naturaleza no pueden quejarse.
En documentos sobre la Historia de Ojojona, los autores coinciden en que su nombre significa «Lugar de agua verdosa». En idioma Nahualt,, En las primeras crónicas del período colonial nombraban al lugar Xoxonal, Xoxona o Joxone.
A principios del siglo XVIII, la documentación hace referencia a Ojojona y a San Juan de Ojojona, nombres utilizados en la actualidad. Es probable que con el paso del tiempo estos calificativos se fueran “transformando” hasta llegar al de Ojojona.